jueves, 10 de julio de 2014

ECHANDO EL UROMILLON

Echando el “UROMILLON” he sido testigo de una conversación que me ha llamado la atención... de manera involuntaria pues no acostumbro a olisquear conversaciones ajenas, pero es que las dos personas hablaban en voz alta, muy alta.



  • Viejuno: "Qué tal la Saray?"
  • Madre de choni: "Ahí anda tirá... ya la he dicho, que no se muerde la mano de quien te da de comé!"
  • Viejuno: "Es que endeluego, que daño hase la belen esteban esa."
  • Madre de choni: "amos que si, que despué de colocarla limpiando, porque habé, si nases pobre y solo vales pa limpiá pues eso, que a limpiá, y no va y me dise que pa que la exploten por 600 leuros que vaya suputamadre!"
  • Viejuno: "Hay muchos pobres que muerden la mano que les da de comé, y ya se sabe, si se nace pobre te toca limpiá y de esas cosas, es que la ties mu mal enseñá a tu chica!"
  • Madre de choni: "Eso me pasa por güena y por dal-la toos los caprichos y a habé er dinero no crese en loh árbole, que a limpiá o a puta!"
  • Viejuno: "Estas chicas de hoy en día ni pa putas valen, son muu floja."
  • Madre de choni: "Pos ya se lo dicho, a tomá por culo la tele, er móbi y a currá, me da igua de lo que sea, o si no habé estudiao, que miraque se lo dije, pero claro ni puto caso, es mejor zorrear que estudiá."
  • Viejuno: "Esto con Franco no pasaba, te lo digo yo, no se pasaba ni una, a currá, a serví, a limpiá o a casarse, que era lo mehó."
  • Madre de choni: "Por eso hemos discutio, y ya la he dicho, que se busque un buen chico, que trabaje y sea honrao."
  • Viejuno: "A mi nieto Carlos le engancho una guarra y le quitó hasta la sera los oidos."
  • Madre de choni: "No estará llamando cerda a mi Saray?"
  • Viejuno: "Cerda no, guarra!"
  • Madre de choni: "Pues que sa creío usté, que su nieto, er Carlo, es un picha floja que no sabía ni follá y mi niña es mu güena gente que no va por ahí follando a la primera, que sa creío usté que la pue llamá guarra a mi Saray, floja sí, pero guarra no lo permito!"
  • Viejuno: "No temenfades Carmela, que no iba en ese sentío, que no quería desí eso!"
  • Madre de choni: "Eso me desía yo, pero la verdá que tié usté un poco razón, mi Saray empesó a zorreá por curpa de las amigas esas de la lóndiga!, ella era mu güena chica, y lo sigue siendo,un poco guarrilla, pero lo normá con esas edades, quién no sa morreao y sa calentao?"

En ese momento llega mi turno y echo el “UROMILLON” para este viernes... que seguro me va a tocar y me voy a pirar a tomar por culo a vivir a la playa!

El viejuno y la madre de la Saray seguían con su conversación, que no me importaba una mierda pero nos han hecho partícipes a mi y a unas 7 u 8 personas más.

A pesar de repetido no deja de ser cierto el dicho ese de que la realidad supera la ficción. La verdad es que la ficción es un producto de la realidad, es incuestionable que la novela de Pérez-Reverte, la pintura de Velázquez, el cine de Berlanga, el de Almodóvar, el de Álex de la Iglesia incluso el de Santiago Segura, tienen una base fundamentada e inspirada en la España "cañí" y "cáñi", aunque no sé muy bien su definición la supongo.

Cada país tiene su cultura, sus particularidades, sus señas de identidad, pero como decía el slogan "SPAIN IS DIFFERENT". Los historiadores y testigos han sido narradores y han ido definiendo muchos rasgos hispanos desde que existen registros que así lo acreditan, desde que el "hombre es hombre". En el arte, la pintura, la música, el teatro, la literatura, la escultura, el cine, la cultura en general, se han dejado pinceladas y brochazos sobre España, un país diferente, que a pesar de tener rasgos en común con el resto del mundo, es un lugar tan especial como peculiar.


No soy partidario de hacer aseveraciones y generalizaciones, a pesar de ello a veces caigo en la trampa, pero qué coño!! 


Buen día...

miércoles, 9 de julio de 2014

¿Decepcionad@?

El otro día leí un artículo de Néstor Gándara titulado "Ser adulto está sobrevalorado". Para evitar distorsionar o desvirtuar lo que decía lo voy a copiar íntegramente:

"Cuando era pequeño, pensaba que de mayor tendría la vida de mis padres. Me veía a mí mismo casándome con mi novia de la Universidad. Teniendo dos hijos y un perro que el primero de ellos me metería en casa. Un monovolumen de primera mano para poder ir todos juntos a la playa en vacaciones (incluido el puñetero perro). Una hipoteca. Un grupo de nuevos padres–amigos con los que mi mujer y yo habríamos trabado amistad a la salida del colegio. Un trabajo estable.

Ahora que he alcanzado la edad en la que mis padres me tuvieron, sé que jamás tendré su vida.
Y al principio me agobiaba pensarlo. Suspiraba ante el tic-tac como un miembro más de la Generación Perdida: culpando al gobierno; culpando a la crisis del estado de bienestar; culpando a los contratos basura; culpando a mis propios padres por darme siempre todo lo que quise, haciéndome creer que /querer = tener/ sería una realidad capitalista infinita.
Hasta que me caí del Luis de Guindos y entendí que mi precariedad existencial era ¡lo mejor que podía pasarme! El mundo me estaba obligando a permanecer en la crisálida. Obviando las declaraciones trimestrales del IVA y cambiando horas de clase por horas laborales, mis días no eran tan distintos a los que veía pasar con diecisiete.

Todavía esperaba al viernes con impaciencia para hacer botellón, hablaba de follar con mis amigos y trasteaba con la guitarra como si fuese a reinventar el Folk.
De hecho, era la guitarra de mi padre. Que tuvo abandonada por casa y al preguntarle por qué nunca la tocaba contestó: «hay un tiempo para todo». Queriendo decirme que hay un tiempo para los punteos y otro diferente para los Planes de Pensiones.
Pero eso se acabó. Adiós. Las circunstancias nos han condenado a la eterna adultescencia. Y no tenemos que llorar por lo que nunca tendremos –una segunda residencia; una primera; un contrato indefinido que no tenga fin– sino alegrarnos por lo que JAMÁS añoraremos.

Si lo pensáis un momento, la mayoría de adultos reales de generaciones pasadas se levantaban cada mañana deseando hacer un American Beauty. Anhelando grapar la corbata de su jefe al escritorio, salir por la puerta al ritmo de Little Green Bag, comprar algo de hierba en la esquina e ir corriendo al Zara más próximo a probarse unos pantalones cortos.
(Antes de que también les infantilizaran a ellos, claro).

Nosotros estamos viviendo El Sueño. Quién quiere dolores de cabeza provocados por críos pudiendo tener resacas. Quién prefiere pagar una boda a descargarse Tinder gratuitamente. Quién se lo pasa mejor en Varadero que en las fiestas de su pueblo.
Y podríamos ir más allá. Podríamos imaginar una coalición de derechas llamada Juguemos, cuyo programa defendiese la desaparición de los últimos derechos y libertades individuales a cambio de piscinas de bolas. Toboganes para bajar al Metro. Carruseles en las rotondas. Norias para subir a los pisos más altos. Concursos de tiro al blanco para ganar turno en la charcutería. Una puta montaña rusa en el Acueducto de Segovia.

¿No seríamos todos felices como niños?

En ese estadio anterior al acné, el sexo y la velocidad. En la auténtica Edad de la Inocencia. Abuelos, padres, hermanos e hijos hipando de placer en una misma cuna gigante. Agarrando los bordes de la sábanas con nuestras manos delicadas, observando boquiabiertos el móvil sobre nuestras cabecitas. Que gira, gira, y vuelve a girar al ritmo de una delicada nana. Mientas una mano gigante y velluda, una mano de hombre, le da cuerda evitando rozar su Rolex Split.

Quienes escogen el reloj son los que nos retroceden en el tiempo".