miércoles, 14 de octubre de 2009

Lolo... el mono banderillero que dejó los toros por amor


Hoy os contaré la historia de Lolo, el mono banderillero que dejó los toros por amor.

Me gustaría dejar muy claro que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Los nombres y personajes son, en su mayoría, imaginarios. También es cierto que algunos de ellos han surgido fruto de un subsconsciente que pone a prueba muy a menudo mi voluntad, traicionándome y haciendo que diga lo que no debiera decir, aunque puede que tan solo sea una triste excusa justificar una incipiente cobardía fruto de mi desconfianza en esta democracia de mierda que ampara al cabrón, machaca al honrado y premia al delincuente. Si, porque somos libres, podemos expresar lo que sentimos, y hacer lo que queramos, pero teniendo muy en cuenta algo que la mayoría de personas olvidan: SIEMPRE, SIEMPRE, SIN FASTIDIAR AL PRÓJIMO Y RESPETÁNDOLE EN TODO MOMENTO.
Siguiendo con la historia de hoy. En esta ocasión os contaré la historia de Lolo, el mono banderillero que dejó los toros por amor.

Corría el año 2354 D.C., Madrid aun no había sido elegida ciudad olímpica. El Alcalde Yagardón, criogenizado, aún albergaba la esperanza de que Madrid pudiera celebrar unos juegos olímpicos, el resto de truanes, también criogenizados, aguardaban igualmente ese momento de poder ver a Madrid adornado con los aros olímpicos. El pastel estaba más que repartido de antemano, los políticos y sus amigos no se cansaban de trincar y trincar. Azules, rojos, verdes y amarillos hacía muchos siglos que no entendían de colores, de hecho nunca lo hicieron, era una raza cada vez más numerosa, casi casi como la dinastía "bobónica".

La dinastía de los "bobones" era, por momentos, cada vez más numerosa. En los siglos anteriores abundaron los bastardos y subnormales frutos del vicio y fornicio sin control y entre familiares, para preservar el control de la saga. Ahora eran mucho más "listos", y no tan solo por no dar ni palo al agua, sino porque ahora hacían oficial su mezcolanza con la plebe, ahora follaban abiertamente con personas de sangre "no azul"; haciendo la estirpe mucho más fuerte, resistente e inmune a las enfermedades congénitas. Qué listos fueron los franceses!!


Entre unos y otros se había repartido todos los recursos que había en la tierra. De hecho se habían bebido hasta el agua de marte y de la luna. Hubo un elemento, en el siglo XXII que resucitó a los dinosaurios, pero solo para volverlos a matar y hacer petróleo, esta vez sin aguardar millones de años. Hubo un científico que inventó el motor de agua... le mataron. Hubo otro médico que creo una cura para el cáncer en todas sus "facetas", se lo cargaon. Y no fueron los famosos hombre de negro. No fueron ni la CIA ni el FBI. Se halló un método infalible para solucionar el hambre del mundo pero entre unos y otros dijeron que no interesaba, y África siguió siendo pobre y corrupta. Sucedieron muchas cosas en poco tiempo, pero la gente seguía pendiente de si funcionaba el Madrid de Flowerentino (también criogenizado). Lapota, el del Barça, también se había criogenizado y se lamía el cipote junto a Walt Disney, Mr. Burn y Bill Geits.

Paralelamente, surgió una nueva variedad de ser humano, una raza nacida fruto de las aberraciones, de la envidia y de la mala sangre de, en su mayoría, españoles y algún que otro yankie. Esa raza se empezó a conocer con el nombre de humañoles. No les bastaba con las guerras, con la corrupción, con una ambición desmesurada. La avaricia les había hecho mutar y ahora, los descencientes de esas razas nacían con los dedos alargados y con una especie de adhesivo que hacía las funciones de piel; habían desarrollado bolsas marsupiales, similares a las que tenían animales como los canguros. Esas bolsas eran para guardar lo más valioso que se tenía. Los canguros guardaban y protegían a sus crías, los humañoles no, los humañoles guardaban dinero, cheques, cartas de recomendación, nombres de abogados, jueces y políticos, muchos políticos y como no, sus amigos, siempre aduladores y lamedores de falos y conchas pasadas de fecha.

Los políticos eran la variedad más peligrosa de los humañoles. A principios del siglo XXI, los humañoles, aburridos de tocar los cojones a una destrozada clase media, comenzaron a fornicar con animales, preferiblemente con monos. Comenzaron a practicar sexo oral con plantas carnívoras melladas, moscardones sin alas y gallinas mudas.

Los monos habían evolucionado, muchos eran toreros y se follaban a las mujeres de los humañoles. Las humañolas estaban muy necesitadas porque los humañoles habían inventado un medicamento para elongar el pene y desde ese momento solo vivían para lamer su propio cipote.

Lolo nació fruto de una humañola y un mono. Lolo era buena gente, no quería problemas, ni los buscaba. Pero un día, encontró un disco duro con corridas de toros de esas que se celebraban en Vandalia, perdón, España. Lolo se masturbaba a todas horas porque eso era lo que había visto desde que nació. Pero en esa ocasión, la curiosidad le pudo y sin dejar de soltarse la minga, pero sin menearla, fue capaz de visionar una a una las diferentes corridas de toros que encontró almacenadas en un disco duro. Aquello nada tenía que ver con lo que era hoy en día la fiesta de los toros. No le gustó demasiado lo de matar al animal, pero le hizo gracia lo de pinchar con las banderillas. Empezó a practicar con un perro de presa, pero le mordió los cojones, entonces cogió un cojín de plumas para practicar puntería. Poco a poco se fue haciendo un esperto banderillero, ahora solo faltaba probar con un toro de verdad.



En La Plaza de Toros.
Lolo entró en la plaza como un turista más. Cuando soltaron a un morlaco de muchos kilos, Lolo saltó a la arena, con sus manoletinas, como antaño y sus dos banderillas decoradas. Varios de seguridad salieron corriendo tras él, pero Lolo, que ante todo era un mono ágil, les quebró la cintura y se vió delante del toro. Imagináos la escena. Era la primera vez que tenía un toro tan cerca.


Las Banderillas
Lolo agarró las banderillas con tal fuerza que se hizo sangre en ambas manos. El toro salió hacia él, Lolo empezó a temblar, se meó y cagó encima, pero en décimas de segundo reaccionó y de un brinco se giró, esquivó al toro y le plantó las banderillas en todo el lomo.



La Caída de Lolo
Todo parecía ir bien, pero Lolo tuvo la desgracia de tropezar con las putas manoletinas y al no tener dibujo en la planta... plas!!!! hostiazo contra el suelo. El toro se giró bruscamente, comenzó a echar arena hacia atrás y se preparó para embestir.

La Embestida
A Lolo se le había roto el traje de luces, a la altura del diferencial, dejando al aire libre dos huevos como de avestruz y un zupo como un bate de béisbol. El toro se dirigió hacia el mono cipotón con el fin de acabar con su vida. Cuando llegó el toro a la altura de Lolo sucedió algo.

El Flechazo
El toro se frenó en seco, Lolo le miró a los ojos, uno al otro, surgió un flechazo, el toro era manso.
Grabié, que así se llamaba el toro le dijo a Lolo: "mi arma, que sipote que carsa, so granuha!!". Lolo, que siempre había sido muy macho, al sentir un lametón de Grabié en sus genitales sintió algo indescriptible.

Nació el Amor, el Amor verdadero
Lolo le correspondió hincando su maxi-verga en el ojete de Grabié, el semental que no sabía que era gay hasta ese día. Comenzaron a dar un espectáculo bochornoso para algunos, curioso para otros y romántico para la mayoría. Alli estaban, un mono y un toro, haciéndo el amor si preocuparse de nada más que de disfrutar como posesos.

Lolo dejo los toros
Pues si amigos, Lolo dejó los toros, pero no al toro. Lolo descubrió que no había que tener tantos prejuicios porque en el sitio menos esperando, cuando intentaba encontrar su vocación, lo que halló fue el amor verdadero.

Fueron felices y comieron perdices de los montes de Toledo
La vida cambió de manera radical para nuestros amigos Grabié y Lolo. Montaron un garito en Chueca y a día de hoy les va de vicio. La tapa especial de la casa? el rabo de toro con mermelada.


Por último, os dedicaré unos versos de uno de los más grandes de la historia de este pais llamado Vandalia. Don Francisco de Quevedo:

LETRILLA SATÍRICA:
PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
De contino anda amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el Mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Es galán, y es como un oro,
Tiene quebrado el color,
Persona de gran valor,
Tan Cristiano como Moro.
Pues que da y quita el decoro
Y quebranta cualquier fuero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al duque y al ganadero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Mas ¿a quién no maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo menos de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Pero pues da al bajo silla
Y al cobarde hace guerrero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Sus escudos de Armas nobles
Son siempre tan principales,
Que sin sus Escudos Reales
No hay Escudos de armas dobles.
Y pues a los mismos robles
Da codicia su minero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Por importar en los tratos
Y dar tan buenos consejos,
En las Casas de los viejos
Gatos le guardan de gatos.
Y pues él rompe recatos
Y ablanda al juez más severo,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Y es tanta su majestad
(Aunque son sus duelos hartos),
Que con haberle hecho cuartos,
No pierde su autoridad.
Pero pues da calidad
Al noble y al pordiosero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Nunca vi Damas ingratas
A su gusto y afición,
Que a las caras de un doblón
Hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
Desde una bolsa de cuero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra,
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Y pues al pobre le entierra
Y hace proprio al forastero,
Poderoso Caballero
Es don Dinero.

Francisco de Quevedo y Villegas